Una familia residente en Piriápolis haciendo una limpieza de playas por iniciativa propia, sensibilizada por el día mundial de los océanos, se encontró con un pequeño delfín enredado en una bolsa de plastillera con la marca del barco Coreano Agnes, que 8 días antes había recalado en Montevideo.
La pesca industrial, de origen asiática especialmente, está “vaciando” los océanos de peces, calamares y otras especies valiosas y amenazadas, dejando además, a su paso un rastro de residuos sólidos y líquidos no cuantificados ni fiscalizados.
Estos desperdicios terminan afectando gravemente, directa e indirectamente a numerosas especies marinas, como fue el caso del delfín Franciscana Pontoporia sp. encontrado el pasado 08 de junio, que terminó enredado en una bolsa de plastillera descartada por el buque de pesca coreano Agnes 103, seguramente intentando procurar alimento. Este caso pudo ser determinado gracias a la conciencia y sensibilidad de una familia, que relató haber participado desde años atrás en cursos y charlas que brindan organizaciones como la OCC* y envió las fotos preocupados por la situación como tantos otros casos registrados.
Recientemente ha cobrado trascendencia el hallazgo en la costa de decenas de animales muertos -hasta 50 en pocas cuadras-, de diferentes especies marinas, y donde una de las mayores causas de la mortandad es el by-catch: captura incidental en artes de pesca no selectiva. El by-catch afecta al menos 300.000 cetáceos por año además de numerosas especies de aves marinas.
En este caso además uno de los integrantes de la familia trabaja en reparación de buques y conoce así la forma de identificación que poseen los barcos mediante su registro satelital. Debido al nombre del barco, inscripto en la bolsa -Agnes 103- que se halló enredada en el delfín, se pudo rastrear el barco y determinar que era un buque de pesca de calamar en zona de las Islas Malvinas que había estado ocho días atrás del hallazgo, en el puerto de Montevideo (ver foto) y es parte de una “familia de barcos coreanos Agnes” que operan desde Montevideo como puerto base.
Este es uno de los cientos de barcos pesqueros extranjeros que entran anualmente a la Zona Económica Exclusiva uruguaya, dejando un “pasivo ambiental” que terminan pagando la vida marina, el ambiente y los ciudadanos.
Entran para abastecerse de pertrechos, alimentos, a descargar fallecidos -casi 1 por mes- y reparar sus buques en el puerto de Montevideo -segundo puerto sospechado de descarga de pesca ilegal, no declarada, no reglamentada INDNR-.
Escasos son los controles de la pesca descargada, de sus desperdicios generados y se desconoce totalmente la polución que dejan en su tránsito, aguas de “sentina” -aceites y combustibles- lixiviados de tanques y bodegas y residuos sólidos plásticos de todo tipo que afectan mortalmente la biodiversidad marina.
Si bien existen leyes en el país para prevenir la contaminación generada por buques, donde Uruguay además es signatario en el marco de la OMI-Organización Marítima Internacional de Naciones Unidas; éstos controles no se aplican por la “falta de recursos humanos y financieros” debido a la complejidad que representa su fiscalización. La misma situación se aplica para la prevención de la pesca INDNR y la implementación del AMERP* que el país fue ejemplo ante la FAO.
Los barcos pesqueros extranjeros generan un serio daño al ecosistema marino de Uruguay y el Atlántico Sur.
Acerca de la Franciscana, o delfín del Plata.
Es uno de los delfines más pequeños del mundo: mide entre 1.30 y 1.70 m de largo. Su piel de tono amarronado recuerda al hábito, túnica de los monjes franciscanos, por lo que se ha ganado ese nombre común. En Brasil su nombre común es Toninha, que suele confundir al neófito con el delfín conocido por “tonina o nariz de botella” Tursiops sp.
Se lo encuentra solamente en Argentina, Uruguay y Brasil. En nuestro país vive principalmente en las costas de Rocha preferentemente. Se estima una población regional con Argentina de menos de 30.000 individuos. La Franciscana en una especie vulnerable de extinción, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). A este estado se llegó luego de que por años unos 250 a 350 delfines fuesen capturados anualmente en las redes agalleras de los pescadores de Rocha y muchos más en Argentina y Brasil.
El potencial de recuperación de esta especie es muy bajo: las hembras a los 2 o 3 años tienen una única cría que queda a su cuidado por uno o dos años. Además, la Franciscana, como otros delfines, no puede permanecer mucho tiempo fuera del agua. Tiene una piel muy gruesa y grasosa que le proporciona calor, por lo que la intemperie rápidamente le provoca deshidratación y la muerte.
Crédito de las fotos y testigos:
*AMERP- Acuerdo Medidas Estado Rector del Puerto/ FAO. Reglamentado por ley.